Te has preguntado alguna vez, ¿Cómo tomamos decisiones? ¿Por qué algunas decisiones son tan complicadas? ¿Cuál es el papel de nuestro cerebro en este proceso? ¿Qué pasa con las emociones y cómo nos afectan? ¿Acaso seré…?
Diariamente nos enfrentamos a diferentes decisiones. Desde pequeñas, como la ropa que queremos usar en un día cotidiano, o qué música escuchar; hasta otras mucho más importantes como firmar o no un contrato, casarse, cambiarse de casa o dónde viajar.
Decidir lo que vamos a hacer es un proceso aparentemente tan automático que en general no somos conscientes de cómo es su funcionamiento. Somos seres que tendemos a pensar en nosotros como racionales. Esta cualidad nos diferencia de los animales u otros seres vivos, por lo que resulta interesante investigar cómo nuestro cerebro toma decisiones.
Este artículo será un poco más extenso que lo habitual, pero en Blue Raptor queremos ayudarte a conocer un poco sobre la toma de decisiones desde una serie de perspectivas, tanto psicológicas como biológicas porque son, de hecho, importantes para la toma de decisiones en tu organización.
1. Algunas vertientes relacionadas con las investigaciones sobre la toma de decisiones
De un lado, la económica conductual ha trabajado especialmente tres tipos de decisiones: decisiones en condición de certidumbre, decisiones en condición riesgo/incertidumbre y decisiones en condición de ambigüedad (Shiv, Loewenstein & Bechara, 2005).
Por su parte, desde el campo de la psicología, se han tenido tres focos principales para el estudio de la emociones (Johnson & Ratcliff, 2014): las decisiones en condición de incertidumbre (comprar o no determinado seguro, comprar un boleto de lotería); las decisiones a través del tiempo (como decidir si estudiar para un examen que se presentará en el futuro relativamente distante o irse de fiesta en esa noche) y las decisiones morales ( las cuales se basan en la ética, los modales, el carácter de una persona y lo que cree que es el comportamiento adecuado de acuerdo a la estructura valórica en la que vive inmersa).
Al mismo tiempo, aparecen otros tipos de decisiones, como el estudio de las decisiones simples como escoger entre una manzana y una pera (Krajbich, Armel & Rangel, 2010); o bien, las decisiones perceptivas, que refieren al hecho de escoger una opción entra varias alternativas con base a la información sensorial disponible (Heekeren, Marret & Ungerleider, 2008; Gold & Heekeren, 2015).
Así, hay varias teorías que explican de diversas maneras cómo tomamos decisiones. Sin embargo, todas destacan las emociones como parte fundamental. En consecuencia, no nos limitamos solamente al razonamiento.
2. Sesgos cognitivos al tomar decisiones
Esta teoría plantea cómo una parte importante de los factores que ayudan a que nos decidamos están influenciados por las predisposiciones mentales de cada persona, llamados sesgos cognitivos. Es decir, cómo nosotros condicionamos un pensamiento. En consecuencia, actuaremos conforme a esa condición planteada (Barón y Zapata Rotundo, 2018).
Existen más de 50 tipos de sesgos cognitivos. Pero por ahora mencionaremos solamente 8 para que te hagas una idea. Además, por su importancia en la toma de decisiones, serán abordados en detalle en otro artículo:
2.1. Sesgo de confirmación
2.2. Sesgo de anclaje
2.3. Sesgo de observación selectiva
2.4. Resistencia reactiva
2.5. Efecto de primera impresión
2.6. Disponibilidad heurística
2.7. Sesgo de impacto
2.8. Sesgo de status quo
3. Emoción e influencia al tomar decisiones
Sarmiento y Ríos (2017) indican que tomamos decisiones en base a nuestras experiencias personales o las de otros. Como resultado, las emociones nos impulsan a actuar, evitar o aproximarnos a algo. Asimismo, hay decisiones que tomamos de forma intuitiva, por lo que actuamos incluso antes de tomar consciencia de que estamos decidiendo sobre algo.
En algunas ocasiones, las emociones pueden inducirnos a errores en los procesos de razonamiento. Sin embargo, la ausencia de emoción tampoco es totalmente positiva.
Como resaltan algunos autores las emociones ayudan a que nos decidamos, pues promueven la predicción y emisión de juicios de valor, reformulan intenciones y nos ayudan a planificar lo que vamos a hacer (Roselló y Revert, 2008).
Lempert y Phelps (2015) apuntaron que las decisiones pueden influenciarse por los estados emocionales. Adicionalmente, plantean al estrés como un factor que afecta notablemente.
Esto es de gran relevancia debido a que diariamente lidiamos con diferentes niveles presión que pueden generar un afectación negativa en nuestras emociones (aumento de arousal fisiológico).
Además, se ha encontrado que la presencia de estrés incrementa la actividad de la amígdala y esto puede afectar el funcionamiento de la corteza prefrontal.
4. ¿Cómo nuestro cerebro toma decisiones?
A nivel neurobiológico, las investigaciones apuntan a que este proceso relaciona las diferentes regiones del sistema nervioso central. Se enfatiza la importancia de dos sistemas que podrían explicarlo.
El primero se relaciona con la intuición (sistema práctico), resaltando el metabolismo a través de la actividad de la amígdala cerebral con sus redes neuronales.
El segundo tiene que ver con el razonamiento (sistema analítico) y la participación de conexiones neuronales pertenecientes al córtex prefrontal.
Mediante la corteza prefrontal dorsolateral izquierda y la corteza prefrontal ventral, se analizan y comparan los costos y beneficios a tomar en cuenta. Adicionalmente, junto a la amígdala y estriado ventral se anticipan los beneficios resultantes.
5. Áreas cerebrales y su función en la toma de decisiones
Sarmiento y Ríos (2017) señalan las regiones con mayor incidencia en el momento de decidirnos, destacando las siguientes:
5.1. Corteza prefrontal ventromedial: Relacionada con la integración de los factores que se involucran al tomar una decisión. En este área se integra la información sensorial junto a la empírica. Adicionalmente, se conecta con estructuras como la amígdala o el hipotálamo. En consecuencia, esta parte valora las consecuencias a largo plazo de una determinada decisión.
5.2. Corteza prefrontal dorsolateral: Relacionada con las funciones ejecutivas, principalmente los procesos de planificación, memoria de trabajo, flexibilidad mental, estrategias de trabajo y auto-evaluación y las expectativas sobre los resultados.
5.3. Amígdala: Encargada de procesar la información sensorial con los estímulos que se consideran aversivos o que generan emociones negativas. Asimismo, las asocia con experiencias previas, lo que influye en las etapas preliminares e iniciales para tomar las decisiones.
5.4. Corteza cingulada anterior: Enmarca lo relacionado con las consecuencias de lo que decidimos hacer. Se encuentra activa sobre todo cuando se refuerza un comportamiento (especialmente si se tratan de consecuencias negativas). Sumado a ello, está involucrada en circunstancias de incertidumbre o riesgo.
6. Las decisiones impulsivas
Además, se ha encontrado que hay dos sistemas separados que están relacionados con las decisiones. El sistema límbico y el sistema dopaminérgico-mesencefálico, que se activan cuando la decisión tiene una recompensa inmediata.
De la misma manera, estas estructuras también se activan en la impulsividad, que hace que la persona cambie de decisión por aquella que tenga una recompensa más inmediata.
En esta variante se involucran otras regiones como la corteza parietal posterior y la corteza prefrontal lateral.
Y es que, tomar una decisión no es nada fácil, en la corteza prefrontal se encuentra el área orbitofrontal y ventromedial que son claves para lograr este proceso. De hecho, estudios han encontrado que lesiones en estas áreas producen que las personas sean inconsistentes en el momento de tomar una decisión.
En resumen, necesitamos de la coordinación de nuestro sistema cerebral para tomar cualquier decisión. Este proceso, en ocasiones, es tan automático que no nos damos cuenta cómo se lleva a cabo. Los hallazgos neurológicos nos aportan información sobre ello.
Además, como hemos observado, las emociones juegan un rol fundamental en la medida en la que influyen en el análisis cognitivo detrás de cada decisión. Y, los factores externos e internos en los que nos basamos son parte de dicha toma de decisiones.
De esta manera, la interacción de los aspectos personales (experiencias previas, motivación) sumado a la activación de las distintas áreas cerebrales, permiten la posibilidad de este proceso. Es, sin duda, fascinante cómo nuestro cerebro toma decisiones.